viernes, diciembre 8

Tecnologías para competir

Este es el siglo de la tecnología. Ya hacia fines del siglo XX fuimos testigos de la aparición de los teléfonos móviles y de la Internet, como un preámbulo de lo que venía para la próxima centuria. Estos avances tecnológicos, que aun están en curso, han tenido un impacto en la vida de las personas y los negocios que estamos analizando y tratando de entender.

Ya adentrados en los primeros años del siglo XXI vemos, tal como afirma Friedman en su Best Seller The World is Flat, como el mundo se hace cada vez más plano gracias a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs). Hoy es posible comunicarse con alguien en Japón a una ínfima parte y mucho más fácil de lo que costaba años atrás. Igualmente, es posible adquirir ciertos productos y servicios a través de Internet y sin demasiadas dificultades. La tecnología está allí, y aun cuando todavía queda mucho por ver, ya es posible comunicarse y hacer negocios de una manera más sencilla.

En Venezuela hemos presenciado cómo este fenómeno global ha traspasado a nuestra sociedad. Los suscriptores de la telefonía móvil han crecido considerablemente en los últimos años, acercándose a un nivel de penetración del 70% de la población para el cierre del 2006. Por su parte, los usuarios de Internet se han incrementado en una cifra cercana al 500% en los últimos seis años, para apuntar a una penetración del 15% a finales de este año. Otras tecnologías personales como los DVDs, computadoras y reproductores MP3 también han crecido considerablemente, encontrándonos con que el venezolano ha sido un entusiasta de las tecnologías en el contexto latinoamericano.

Son los consumidores de los estratos socioeconómicos más bajos quienes representan la mayoría de los usuarios de estas tecnologías, aun cuando la penetración es baja en estos grupos. Y es que lamentablemente, este fenómeno que ciertamente ha aplanado al mundo, aun tiene parte de la tarea pendiente. La primera y la más importante es sin duda alguna la reducción de la brecha digital, entendiendo ésta como la división que separa a quienes tienen acceso a las TICs y los que no. Este concepto se puede extender, no sólo a las personas, sino también a las empresas, donde las pequeñas y medianas se encuentran a la saga de las grandes compañías.

La posesión de computadoras y el acceso a Internet son algunos de los indicadores más usados para medir la penetración de las tecnologías en las empresas. Por ejemplo en Venezuela, la diferencia que existe entre las compañías pequeñas y las grandes, en la tenencia de al menos una computadora, es de un 45%. Pero realmente, esta brecha digital en la realidad es mucho mayor. Si agregamos otro indicador que no sea sólo el uso de al menos una computadora, sino cuántas personas tienen acceso a un PC en las empresas, la brecha se incrementa. Más aún, si consideramos los usos de las computadoras podemos asombrarnos al ver que una buena proporción de empresas pequeñas las usan como cajas registradoras y fax.

Se trata entonces de lograr que más Pymes, las cuales representan más del 90% de los establecimientos empresariales del país, tengan al menos una PC. Pero también de que más personas en esas Pymes tengan acceso a las computadoras, que cada vez más equipos tengan acceso a Internet y que los usos sean más relacionados con los procesos de negocios de las empresas. Hablamos de no quedarnos en un mundo de dos dimensiones: PC + Internet, y pasar a una realidad multidimensional que, por ahora, para la mayoría de las Pymes se ha convertido en una realidad virtual.

Para lograr esto, es entonces necesario, no sólo que los equipos y las aplicaciones bajen sus precios, sino que las empresas de menor tamaño cuenten con ciertos recursos humanos y financieros que les permitan superar las principales barreras de adopción de la tecnología. En este sentido, se hace referencia al financiamiento, a una base amplia de consultoría especializada y a la más importante: a la disponibilidad de un recurso humano calificado.

Este ha sido, precisamente, uno de los principales beneficios esbozados algunos analistas al balancear las ventajas que ha traído para un país como Costa Rica el establecimiento de una planta de la empresa Intel. Cuando hay confianza en la economía, la empresa privada realiza inversiones de largo plazo que generan empleo, pero por sobre todas las cosas, entrenan a un importante cúmulo de trabajadores que estará listo para competir.

Según reseña Andrés Oppenheimer en su libro Cuentos Chinos, uno de los aspectos más importantes que ha influido en el crecimiento de los países de Europa del Este ha sido la política educativa adoptada por muchos de sus gobiernos. Estas políticas se han centrado en el fomento de las carreras universitarias técnicas y de ingeniería, así como en la enseñanza masiva del idioma inglés. Por su parte, reseña el autor, en otro caso de reconocido éxito como Irlanda también estas iniciativas educativas rindieron su fruto, junto con otras medidas como el apoyo de la investigación universitaria orientada a desarrollar productos con posibilidades comerciales.

Sabemos que el modelo de las ventajas competitivas basado en recursos naturales y ubicación geográfica está agotado, aun cuando los altos precios petroleros del momento nos dificulten recordarlo. Los países exitosos están invirtiendo en educación. Sus ciudadanos se están preparando para competir a través del conocimiento del idioma inglés y del manejo de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones. Esperemos que esta coyuntura petrolera, que por ahora nos favorece, no la desaprovechemos nuevamente y sembremos el petróleo, en este caso y sin ninguna duda en educación para competir en un mundo cada vez más plano.

Nota: Este artículo es la versión en Español del publicado por la revista Business Venezuela en su edición del mes de noviembre 2006

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